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La marihuana se está convirtiendo en un tratamiento alternativo popular para los síntomas del VIH y del sida. Se ha demostrado que ayuda con una amplia gama de síntomas debilitantes asociados tanto a la enfermedad como a la terapia antirretroviral, incluyendo la pérdida de peso, las náuseas, el dolor, la ansiedad y la depresión.

Gracias a estos beneficios, el uso medicinal de la marihuana contra el VIH y el sida es cada vez más reconocido por los médicos. Estudios recientes indican que la marihuana puede incluso abordar directamente el VIH mediante la reducción de la carga viral. Esto contribuye a frenar la progresión de la enfermedad. El cannabis parece ser un tratamiento relativamente seguro, con efectos secundarios en su mayoría menores y transitorios. Por consiguiente, los datos sugieren que puede funcionar como un adyuvante eficaz del tratamiento retroviral estándar.

El sistema endocannabinoide

Compuesto por receptores cannabinoides, endocannabinoides y las enzimas que los construyen y descomponen, el sistema endocannabinoide (SEC) ayuda a mantener la homeostasis: un estado saludable de equilibrio en el cuerpo. Este sistema regula muchos procesos fisiológicos clave, incluyendo la función inmune, cognitiva y gastrointestinal. Además, regula el estado de ánimo, el sueño, el dolor y el metabolismo.

El SEC contiene dos endocannabinoides principales: anandamida y 2-AG. Estos compuestos se sintetizan cuando se necesitan y se descomponen poco después. Producen sus efectos actuando sobre dos receptores cannabinoides conocidos, CB1 y CB2. Aunque estos receptores se encuentran en todo el cuerpo, el CB1 es particularmente abundante en el sistema nervioso central. El CB2, por su parte, está muy extendido en las células inmunes.

Los receptores cannabinoides y las enzimas del cuerpo también pueden interactuar con los cannabinoides de origen vegetal como el CBD y el THC. Ésta es la forma en que el cannabis puede producir sus efectos beneficiosos para la salud.

En este momento, no hay ninguna investigación que mire directamente a la participación del SEC en el VIH y el sida. Dicho esto, sabemos que el SEC regula los procesos involucrados en los síntomas del VIH, el sida y la terapia antirretroviral, como el dolor, el apetito y la función cognitiva y gastrointestinal. Además, los efectos inmunomoduladores del SEC pueden incluso ayudar a retrasar la progresión del VIH y del sida.

Regulación del dolor

Para empezar, el sistema endocannabinoide juega un papel clave en la regulación del dolor. De hecho, el SEC está presente e involucrado en cada parte de la vía del dolor. Por ejemplo, los receptores CB1 están muy extendidos en partes de los sistemas nerviosos central y periférico implicados en la detección, transporte y procesamiento de las señales de dolor. Por ejemplo, en un estudio realizado en ratas la activación de los receptores CB1 dio lugar al alivio del dolor neuropático.

Entretanto, los receptores CB2 abundan en las células del sistema inmunológico, lo que pone de relieve su particular implicación en el dolor inflamatorio. También se han descubierto en las neuronas sensoriales relacionadas con el dolor neuropático. Además, el 2-AG y la anandamida tienen propiedades analgésicas, lo que pone de relieve su papel en la reducción del dolor. De hecho, el dolor crónico es la razón más común por la que los médicos prescriben cannabis a sus pacientes en general.

En resumen, estas pruebas sugieren que podemos dirigir el SEC para aliviar el dolor crónico que aflige a las personas con VIH y sida y el dolor relacionado con la neuropatía en particular.

Estimulando el apetito, suprimiendo las náuseas

Además, los investigadores saben que el sistema endocannabinoide desempeña un papel en la regulación del apetito y la ingesta de alimentos. Lo más notable es que se sabe que la activación de los receptores CB1 estimula el apetito. Éste un efecto es utilizado por las drogas basadas en THC (como el dronabinol) para contrarrestar la pérdida de peso relacionada con el VIH. De manera análoga, se sabe que la activación de los receptores CB1 en el complejo vagal dorsal de la médula oblonga (una parte del cerebro que controla los reflejos involuntarios como los estornudos) suprime los vómitos, otro problema común de pacientes de VIH/sida. Esto puede marcar una diferencia dramática en la calidad de vida de lxs pacientes de VIH que sufren náuseas y falta de apetito como resultado de las terapias antivirales contra el VIH.

Además, el sistema endocannabinoide regula la función intestinal. Por ejemplo, la activación de los receptores CB1 parece reducir la motilidad gastrointestinal, el movimiento de los músculos del intestino. Su disfunción se asocia con una serie de síntomas digestivos, incluyendo náuseas, hinchazón, diarrea y dolor abdominal. Por lo tanto, dirigir el SEC puede ayudar con estos y otros problemas digestivos vistos en personas con VIH o sida.

El sistema endocannabinoide también ha sido implicado en la salud mental y puede jugar un papel en trastornos como la ansiedad y la depresión. De hecho, los estudios de imágenes cerebrales en pacientes con trastornos mentales han informado de alteraciones en los tres componentes del SEC: los receptores de cannabinoides, los endocannabinoides y las enzimas relacionadas. Esto significa que trabajar con el SEC también puede ayudar con la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental que a menudo se desarrollan en las personas con VIH o sida.

Detener la progresión del virus

Por último, la regulación de la función inmunitaria del sistema endocannabinoide puede incluso desempeñar un papel en la detención de la progresión del VIH y del sida. De hecho, se sabe que el SEC tiene una amplia gama de efectos inmunomoduladores. Entre estos se encuentran el impacto en el crecimiento y la supervivencia de las células inmunitarias, la producción de citoquinas proinflamatorias, la activación de células inmunitarias y la migración de células inflamatorias. Estos efectos pueden ayudar a contrarrestar la inflamación crónica y sistémica que desempeña un papel central en la persistencia del VIH. Además, explican por qué algunos estudios han descubierto que los compuestos basados en la marihuana reducen la carga viral del VIH.

En resumen, las investigaciones sugieren que el sistema endocannabinoide regula las funciones corporales afectadas por el VIH o el sida. Esto significa que su regulación puede ofrecer alivio para esta afección difícil de tratar.

Investigaciones médicas

Dada la participación del SEC en prácticamente todos los procesos afectados por el VIH y el sida, no es sorprendente que numerosos estudios han informado que las medicinas basadas en la marihuana alivian la pérdida de peso, las náuseas, el dolor crónico, la ansiedad, la depresión y otros síntomas debilitantes asociados con la enfermedad y las terapias antirretrovirales utilizadas para tratarla.

Para empezar, un estudio histórico de 1995 demostró que la droga dronabinol, basada en el THC, puede tratar el síndrome de desgaste del sida, que provoca la pérdida de peso. En este estudio, 139 pacientes con sida vieron mejoras en el apetito y mantuvieron o incluso aumentaron su peso corporal (en el 22% de la muestra). El tratamiento también mejoró su estado de ánimo y disminuyó las náuseas.

En un ensayo realizado en el 2005 se comunicaron conclusiones similares. Tanto el dronabinol como el cannabis entero aumentaron la ingesta de alimentos entre pacientes que sufrían de pérdida de peso relacionada con el sida. Esos efectos son tan constantes que el cannabis se utiliza ahora habitualmente para contrarrestar el desgaste relacionado con el sida. Pocas o ninguna otra terapia puede aliviar los síntomas del desgaste con tanta eficacia y seguridad como la marihuana.

Investigaciones sobre dolor crónico y náuseas

Además, la marihuana puede ayudar a controlar el dolor crónico asociado con el VIH, como el dolor neuropático. Por ejemplo, en un ensayo clínico realizado en el 2008 se examinaron los efectos del cannabis fumado en 28 personas con dolor neuropático relacionado con el VIH. Los pacientes que fumaban cannabis experimentaron un alivio significativo del dolor. El 46% tuvo una reducción del dolor del 30% o más. Este porcentaje es 2,5 veces mayor que el del 18% de los pacientes que recibieron un placebo y lograron la misma reducción del dolor.

En un estudio realizado en el 2007 se comunicaron conclusiones similares, en el que un total de 50 pacientes con dolor neuropático relacionado con el VIH fumó placebo o marihuana normal. El 52% de los pacientes que consumieron cannabis tuvieron una mejora del 30% o más en el dolor diario. Esta cifra era aproximadamente el doble del porcentaje de los que pertenecían al grupo de placebo (24%), que tenían la misma reducción del dolor.

Las medicinas basadas en marihuana también pueden ayudar a reducir las náuseas y los vómitos, otros dos síntomas comunes asociados con el VIH, el sida y la terapia antirretroviral. Por ejemplo, en un estudio realizado en el 2007 se compararon los efectos del dronabinol basado en el THC con el medicamento ondansetrón en el tratamiento de las náuseas inducidas por la quimioterapia. Ambos medicamentos tenían una eficacia similar para mejorar las náuseas. Sin embargo, el grupo de dronabinol tenía la menor intensidad de náuseas y vómitos, ya que el 71% de los pacientes experimentaban una ausencia total de náuseas.

Investigaciones sobre salud mental

Además, el tratamiento con cannabis también puede ayudar a combatir la ansiedad y la depresión, dos problemas de salud mental comunes en los pacientes con VIH o sida. Por ejemplo, en un estudio realizado en el 2011 se informó que el cannabinoide no psicoactivo CBD reducía la ansiedad inducida por hablar en público en las personas con trastorno de ansiedad social (TAS).

Mientras tanto, un estudio holandés del 2013 encontró que la administración de THC a 11 individuos sanos redujo los sesgos negativos en el procesamiento emocional. Esto llevó a los investigadores a sugerir que el sistema endocannabinoide “podría ser por lo tanto relevante para los trastornos psiquiátricos como la depresión mayor”. El estudio anteriormente mencionado del dronabinol para el tratamiento del desgaste relacionado con el sida también observó una mejora en el estado de ánimo. Además, en muchos informes anecdóticos de pacientes con VIH o sida se observa una mejora del estado de ánimo con el consumo de marihuana.

Indudablemente se necesitan urgentemente más investigaciones sobre los beneficios de la marihuana en el VIH y el sida. Sin embargo, las pruebas actuales indican que la planta es eficaz para aliviar muchos de los síntomas que experimentan los pacientes.

Como han resumido eficazmente los expertos de las Academias Nacionales de Ciencias, «Tanto las pruebas anecdóticas como las investigaciones científicas sugieren que los cannabinoides podrían aliviar una variedad de síntomas que padecen los pacientes de sida: náuseas, pérdida de apetito, dolor y ansiedad. Aunque ya existen medicinas más eficaces que la marihuana para tratar estas afecciones, no son igualmente eficaces para todos los pacientes, ni ofrecen el amplio espectro de alivio que podría obtenerse de las drogas cannabinoides».

Progresión del VIH y marihuana

Además de aliviar los síntomas del VIH y del sida, algunas investigaciones indican que la marihuana podría hasta reducir la progresión del VIH gracias a los efectos inmunomoduladores del SEC.

Lo más notable es que en un estudio realizado en el 2015 se informó que las personas recientemente infectadas con VIH que consumían mucho cannabis tenían una carga viral de VIH más baja. En un estudio realizado en el 2016 se comunicaron conclusiones similares, en el que los consumidores de cannabis seropositivos tenían una carga viral más baja que los no consumidores.

Mientras tanto, un estudio animal del 2011 en monos macacos rhesus observó los efectos del THC en el virus de la inmunodeficiencia simia (VIS), similar al VIH. A los monos se les dio THC durante 28 días antes y varios meses después de la infección. El tratamiento redujo la progresión del VIS, destacando la reducción de la mortalidad temprana, la retención de la masa corporal y la disminución de la carga viral. Además, un estudio de cultivo celular del 2014 encontró que el THC protegía a las células inmunes de la infección del virus VIH-1.

Los medicamentos antivirales para el VIH, nuevos y existentes, han hecho grandes progresos en detener el avance del VIH, haciendo que la carga viral sea indetectable en quienes los toman todos los días. Eso también ayuda a prevenir la propagación del VIH. Desafortunadamente, tienen efectos secundarios. Al mitigar esos efectos secundarios y aliviar los síntomas asociados con la toma de estos medicamentos, la marihuana juega un papel indirecto en la limitación del avance de la enfermedad y en la prevención de la propagación del VIH a nuevos individuos.

Efectos secundarios

Aunque la marihuana parece ofrecer mucho alivio a los pacientes de VIH y sida, sus efectos secundarios siguen siendo un obstáculo para su uso medicinal. En particular, el cannabis puede causar efectos secundarios psicoactivos como el deterioro de la memoria, la euforia, la ansiedad y la paranoia. Además, puede causar efectos menores no psicoactivos, como somnolencia, cansancio, sequedad de boca y ojos rojos.

En general, sin embargo, estos efectos son relativamente menores y pasajeros, especialmente cuando se comparan con los beneficios potenciales. Es importante señalar que no se ha registrado ninguna sobredosis de cannabis que haya causado la muerte, lo que constituye una prueba más de su seguridad.

Algunas investigaciones sugieren que fumar cannabis medicinal puede aumentar el riesgo de ciertas complicaciones en los pacientes de VIH y sida. Por ejemplo, en un estudio realizado en el 2019 se informó que fumar cannabis durante mucho tiempo estaba asociado con un mayor riesgo de enfermedades pulmonares en las personas infectadas por el VIH. Sin embargo, estos posibles inconvenientes pueden evitarse utilizando cannabis en muchas de las variedades para no fumadores que existen en la actualidad.

Traducción cortesía del El Planteo

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